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EL EMIRATO DE CÓRDOBA

Desarrollo político y territorial

El periodo que se incluye en este apartado se divide en dos etapas: la primera es el Emirato Dependiente de Damasco, donde los valíes o emires son elegidos directamente por el Califa de Damasco y están subordinados a él; la segunda etapa corresponde con el Emirato independiente de Bagdad, tras la llegada al poder de Abderramán I, quien había huido de Damasco tras el asesinato de su familia a cargo de los abasíes, quienes dominarán a partir del 750 d.C., Oriente Medio.

 

EL EMIRATO DEPENDIENTE DE DAMASCO (714-756)

Tras su conquista, Al-Ándalus pasó a ser una provincia gobernada por un valíe o emir, que eran elegidos desde el norte de África o desde Damasco, siendo dependientes de estos últimos, la familia omeya. La inestabilidad en esta época es bastante evidente, ya que en este periodo tan corto de tiempo se suceden 21 gobernantes.

Como medidas administrativas se organizó el territorio en coras o circunscripciones territoriales, estableciéndose las fronteras en torno a Mérida, Toledo y Zaragoza, que se denominaron Marcas inferior, media y superior respectivamente. La capital, inicialmente situada en Sevilla, se estableció definitivamente en Córdoba.

Durante el siglo VIII se van a ir sucediendo diversas luchas civiles, que van a dar lugar a un momento de crisis en al-Ándalus. Se impusieron tributos y se repartieron las tierras ocupadas entre los guerreros, lo que generó un clima de luchas incesantes y de rivalidad entre los principales grupos invasores: árabes y beréberes, debido a las discriminaciones a la hora del reparto que beneficiaron a la élite procedente de Arabia. De este modo, los árabes se establecieron en las tierras fértiles del Guadalquivir, del Levante y del Ebro, y los beréberes se vieron relegados a las zonas montañosas y a la Meseta; por lo cual mostraron su descontento y oposición, por tratarse de zonas mucho menos propicias al desarrollo de la agricultura. Para sofocar la sublevación acudió un importante contingente de sirios que acabaron asentándose en la península Ibérica. La inestabilidad política de al-Ándalus permitió al reino de Asturias, surgido tras la batalla de Covadonga (722), afianzar su independencia.

En cambio, la convivencia y adaptación entre las comunidades invadida e invasora (cristianos y musulmanes) se vio favorecida por una contracción demográfica y una abundancia de tierras libres. Los antiguos campesinos dependientes de los latifundistas godos se vieron libres, y fue este grupo social de los pobres campesinos el que sufrió una transformación más profunda. De hombres dependientes pasaron a ser libres, de hablar en latín pasaron a hablar en árabe, y de ser cristianos pasaron a ser musulmanes.

Destaca la actuación de los gobernadores posteriores al 720 en la expansión territorial del Islam. La más importante fue la gran expedición hacia el norte, conquistando el País Vasco y la Aquitania (sur de la Galia). No obstante, sus pretensiones de llegar al Loira y saquear todas las iglesias allí existentes se desvanecieron cuando el mayordomo de palacio de Austrasia, Carlos Martel, consigue detener este avance musulmán cerca de Poitiers, en una importante batalla que tuvo lugar el 25 de octubre de 732. A partir de aquí, no avanzarán más hacia el norte, sino que por el contrario irán perdiendo territorios sucesivamente, disminuyendo su territorio hacia el sur.

Este periodo terminará en el 756 cuando Abderramán I se proclame Emir de Córdoba tras escapar de la persecución de los abasíes a su familia.

 

EL EMIRATO INDEPENDIENTE DE BAGDAG (756-929)

El destino de al-Ándalus daría un giro de ciento ochenta grados cuando, al otro lado del Mediterráneo, el califato de los Omeyas es derrocado en el 750 por la familia de los abasíes, trasladando la capital de Damasco a Bagdad. Los abasíes se rebelaron contra el califato omeya y en la batalla del río Gran Zab, los omeyas son derrotados y aplastados, comenzando una purga donde el único superviviente omeya será Abderramán Ibn Mu´awiya (731-788), nieto del califa Hishám, que conseguirá llegar a al-Ándalus y ser proclamado emir de Córdoba en el 756, iniciando uno de los periodos más prósperos de la historia del Islam. A partir de entonces se funda el Emirato Independiente de Bagdad (756-929). El emir se desvinculará del poder ejercido anteriormente desde Oriente Medio, tomando sus propias decisiones y considerando a la familia abasí como sus máximos enemigos.

Hacia el 777 al-Ándalus fue invadida por el ejército de Carlomagno (742-814), pero los francos fueron frenados en las puertas de Zaragoza por los soldados de Abderramán y su retaguardia, aniquilada por una alianza de vascos y musulmanes en Roncesvalles (778), donde cayó el legendario paladín franco Roldán, que dio lugar al cantar de gesta homónimo. Los sucesores de Abderrahmán I son Hishám I (788-796), al-Hakam I (796-822), Abderramán II (822-852), Muhammad I (852-886), al-Mundhir (886-888), Abdallah (888-912) y Abderrahmán III (912-961).

A fines del siglo VIII, la mayoría de la población, descendiente de los hispanorromanos y de los visigodos, se había convertido al Islam, recibiendo el nombre de muladíes; sólo en las ciudades quedó una parte de la población que se mantuvo cristiana (mozárabes) y que, en general, fue muy respetada. Los emires cordobeses se vieron obligados a enfrentarse con la aristocracia árabe rebelde y los muladíes que les disputaban el poder, lo que provocó que los reinos cristianos del norte peninsular se reorganizasen, comenzando así el proceso de conquista de al-Ándalus.

Durante el gobierno de al-Hakam I, coetáneo de Carlomagno, y sus sucesores, se desarrollaron las revueltas de Toledo y Córdoba en el 807 y 814, y los enfrentamientos con los gobernadores militares de la frontera (Ibn Marwán "el Gallego" en Extremadura, 868; familia de los Banu Qasi (Musa Ibn Musa) en el valle del Ebro). Pero ninguna alcanzó tanta fuerza ni puso en peligro el emirato como la revuelta del muladí Omar Ibn Hafzún, durante el mandato del emir Abdallah. Entre 844 y 861 se produjeron varios ataques vikingos contra las costas del sur de al-Ándalus. Según el testimonio de historiadores como Ibn Qutíyya, Ibn Hayyán y al-Maqqarí, la marina andalusí causó estragos entre los vikingos, utilizando proyectiles incendiarios y numerosos arqueros. Los vikingos lograron remontar el Guadalquivir hasta las cercanías de la antigua Hispalis romana, llamada Isbilía por los musulmanes.

Hay que añadir que es en está época cuando comienzas las obras de la Mezquita de Córdoba, en el 785 bajo el reinado de Abderramán I, una de las obras más imponentes de la etapa andalusí 

En 929 Abderrahmán III, an-Nasir li-Din Allah, decide tomar el título califal, ante la lejanía e incomunicación con el califato Abasí de Bagdad, y ante el inmediato peligro que suponía el califa Fatimí en el Magreb.

Víctor Aparici Florín.

BIBLIOGRAFÍA:

- JACKSON, G. (1996): “Introducción a la España medieval”. Alianza, Madrid.

- MAKARIOU, S. (2000): La Andalucía árabe. Editions Hazan-Institut du monde arabe. Paris.

- WATT, W. (2001):“Historia de la España islámica”, Alianza, Madrid.

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