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LA NECRÓPOLIS ISLÁMICA DE TAUSTE

Características de la maqbara

La necrópolis islámica de la ciudad de Tauste, en la provincia de Zaragoza, es una de las maqbaras mejor conocidas de la Península Ibérica. La superficie estimada del yacimiento es de unas 2 Ha y presenta entre dos y tres niveles de enterramientos, demostrando que en este lugar existía una población importante a pesar de no tener constancia de ello en las fuentes escritas. Se ha estimado, según la densidad de inhumaciones, que el número mínimo de enterramientos en este cementerio asciende a unos 4500, con una cronología bastante amplia, entre los siglos VIII y XI d.C. La necrópolis se localiza a las afueras de la ciudad medieval, en dirección a Zaragoza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las características de las sepulturas de la necrópolis de Tauste cumplen con las normas habituales de la religión islámica en cuanto a su orientación hacia la Meca, la ausencia de ajuares y la deposición en la fosa, lo que es una clara evidencia sobre la práctica del ritual funerario que estamos viendo en al-Ándalus.

La tipología de las tumbas de la maqbara de Tauste, como ya hemos comentado, están integradas dentro de las normas establecidas por el Islam, por lo que la simplicidad de las tumbas y la ausencia de ajuar de prestigio hace que sea difícil interpretar las posiciones sociales de los individuos inhumados dentro de su comunidad. Los investigadores de esta necrópolis decidieron, por tanto, realizar una excavación arqueológica bastante amplia de un gran número de enterramientos, con el objetivo de conseguir todos los datos posibles que puedan ayudar en el conocimiento de la sociedad andalusí del Tauste Medieval. En definitiva, la arqueología es el eje central de la investigación sobre la sociedad y las prácticas funerarias en el área andalusí, por lo que a continuación vamos a exponer los principales resultados obtenidos en la maqbara de Tauste.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El estudio se centra en 44 enterramientos localizados, los cuales presentan las características que ya hemos mencionado anteriormente y que detallaremos a continuación:

  • Las tumbas presentan una estructura mínima, como mucho con algo de adobe o arcilla compacta colocada en el lateral de la fosa, y almohadillas de tierra arcillosa compacta o de adobe bajo las cabezas. Las bases de las fosas son bastante homogéneas y no tienen ningún preparado. Las cubiertas parecen ser de tierra limoso-yesífera, aunque suelen estar perdidas, impidiendo averiguar si las fosas fueron rellenas de tierra durante el funeral o si la colmatación fue fruto de un proceso natural al quedar el difunto en hueco, como mandaban los preceptos religiosos (para que pudiera incorporarse el difunto cuando los ángeles le interrogasen durante el juicio en la tumba).

 

  • Se desconoce si el interior de algunas fosas estuvo vacía. Los esqueletos no muestran apenas síntomas de movimientos tras la descarnación, por lo que nos inclinamos a pensar en que se rellenaron con tierra. Hecho que parece corroborarlo por la ausencia de otros elementos estructurales como tejas o restos de madera.

  • Las fosas están excavadas en suelo arcilloso vegetal, con una potencia de unos 50 cm antes del nivel natural. En el nivel que se excavan las fosas (de medio metro de espesor) no se ha detectado ningún elemento arqueológico. La fosa se suele excavar en forma d “barco”.

 

  • El individuo se colocaba sobre su costado derecho, para así tener la cara enfilada hacia el sureste, donde se halla La Meca.

 

  • Una de las cosas más comunes en las fosas es que tienen su lado oeste cortado en recto, mientras que el lado este se halla algo excavado lateralmente en curva, con el objetivo de apoyar la cadera y el coxis del difunto en el lado oeste, mientras que los brazos y el pecho quedan protegidos por esa pequeña oquedad. Este tipo de paredes laterales cóncavas se convierten en covachas (Shaq o ladj) en las tumbas más complejas (enterramiento de doble fosa con covacha).

 

  • El tamaño de las fosas varía según el tamaño del difunto. No existe un patrón fijo en la colocación de las extremidades, por lo que los brazos pueden aparecer tanto al lado del cuerpo como cruzados con las manos sobre la región púbica.

 

  • Las intervenciones arqueológicas demuestran las dos o tres fases diferenciadas de enterramiento en la maqbara, posibles tres fases de utilización del cementerio. Se comprobó la superposición de unas tumbas sobre otras, demostrando de ese modo dos momentos diferentes de uso del cementerio.

 

  • Las orientaciones de los enterramientos no difieren mucho en los distintos sectores excavados, disponiéndose unas tumbas junto a otras, sin un orden aparente.

 

  • La ausencia de ajuar es un fenómeno general en estos yacimientos funerarios, por lo que es difícil precisar su cronología. Aun así, por ciertas evidencias se ha podido datar alguna tumba del siglo VIII y se utilizó por lo menos hasta el siglo XI, cuando la población musulmana desapareció de la nueva villa feudal cristiana tras la etapa de las primeras taifas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por las características que hemos podido comprobar, en el Tauste medieval andalusí se puede comprobar cómo se realizaba el ritual funerario islámico, por la típica orientación hacia La Meca, la estructura de las fosas y por la ausencia de ajuar.

Víctor Aparici Florín.

BIBLIOGRAFÍA:

- Chávet, M.; Sánchez, R.; Padial, J. (2006): “Ensayo de rituales de enterramiento islámicos en al-Andalus”, Anuario de Arqueología de Murcia, 22, pp. 149-161.

- Gutiérrez González, F. J. y Pina Pardos, M, (2011): “El cementerio andalusí de Tauste”, Tauste en su historia. Actas de las XII Jornadas sobre Historia de Tauste, febrero de 2011, Asociación Cultural El Patiaz, 2013, pp. 67-113.

- Gutiérrez González, F, J. (2015): "La maqbara medieval de Tauste, primeras investigaciones", I Congreso Capa, Arqueología Patrimonio Aragonés.

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