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EL JUICIO EN LA TUMBA

Descripción del paso al más allá del difunto

 

 

Tras el fallecimiento del individuo, y su posterior lavatorio ritual o gusul, se trasladaba su cuerpo al cementerio mientras el imán iba recitando las oraciones. El hoyo excavado tiene que ser lo suficientemente grande como para que el difunto se pueda incorporar y responder a las preguntas de los ángeles de la tumba.

Cuando se habían alejado los acompañantes del difunto se producía el llamado Juicio en la Tumba. En él, los anteriormente citados ángeles de la tumba, Munkar y Nakir, preguntaban al difunto sobre su creencia en Alá, en el profeta Mahoma y sobre su rectitud en la vida terrenal. Los Ángeles de la tumba se presentan ante el creyente con una forma y apariencia agradable (con rostros blancos, radiantes como el sol, y trayendo con ellos mortajas y bálsamos aromáticos del Paraíso), y ante el incrédulo y el hipócrita con un aspecto aterrador (con rostros negros, trayendo con ellos una arpillera del Infierno).

Si la respuesta les era satisfactoria, el difunto iba al paraíso, si no acababa en el infierno o gehena. Durante las siete noches siguientes al día del entierro se realizaban lecturas del Corán, pues se pensaba que el alma acudía a la fosa. Rezaban por el difunto y sus pecados, testimoniando a su favor y ayudándole a superar el interrogatorio realizado por los ángeles.

Al final llega el juicio del alma, donde Alá juzgará a su creación mediante sus ángeles. Se le recordará e informará acerca de sus buenos actos y pecados.  Los creyentes reconocerán sus faltas y serán perdonados, mientras que los incrédulos no tendrán buenos actos que mostrar y serán condenados. Algunos eruditos opinan que el castigo de un incrédulo puede ser reducido por sus buenos actos, exceptuando al difunto que no cree o es un idólatra.

El Siraat es el puente que se establecerá sobre el Infierno, por donde se debe transitar para llegar a la cuenca de Muhammad, o lo que es lo mismo, al Paraíso, donde el difunto beberá de sus aguas para refrenar eternamente su sed. Quien haya sido firme en la religión de Alá durante esta vida pasará con facilidad.

El Paraíso es para aquellos que han adorado solamente a Dios, han creído y seguido a sus profetas, y han vivido vidas morales de acuerdo a las enseñanzas de las escrituras. El Infierno será la morada final de aquellos que han negado a Alá y rechazado la llamada de los profetas. El Paraíso y el Infierno serán la última morada tras el Juicio en la Tumba. 

Todo transcurre a lo largo de cuarenta días, número tan cargado de simbolismo sagrado, en unos ritos que necesitan el agua e intentan favorecer el bien de los que han emprendido el último camino, algo tan humano como universal con independencia de la cultura de cada pueblo.

Víctor Aparici Florín.

BIBLIOGRAFÍA:

- CASAL, M.T. (2003): "El ritual funerario islámico en Qurtuba, capital de al-Andalus". Las sociedades históricas peninsulares: Edad Media y Moderna. 2003: 301-316.

- FIERRO, M. (1992): Prácticas y creencias religiosas en al-Andalus. AI-Qantara XIIL2: 463-474.

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